Publicado por: Coceta
Numero_11 | Mie 01 - Oct - 2008

Cómo lidiar con las reglas salvajes de un mercado planetario

GRANDES TEMAS DEL COOPERATIVISMO

Las cooperativistas cambiaron textil por tareas locales como el planchado

Las cooperativistas cambiaron textil por tareas locales como el planchado.

Las mujeres de Videlso, en su producción de billutería de alta calidad

Las mujeres de Videlso, en su producción de billutería de alta calidad.

Mujeres de la cooperativa gallega Confecciones Lastedo

Mujeres de la cooperativa gallega Confecciones Lastedo.

Los periódicos vienen hablando del tema desde hace años. Las fábricas se van o los clientes de las grandes tiendas compran en el exterior. Son más rentables los productos hechos fuera. En esta segunda edición de los ‘Dossier’ sobre los grandes temas del cooperativismo, contamos cómo lo vive el sector y cómo algunos han salido adelante.

Aunque las cooperativas, por sus características propias, no deslocalizan, como empresas no están ajenas a la crisis que la deslocalización genera, porque las fábricas de productos manufacturados, sobre todo en el sector del textil, no pueden competir con los precios de las manufacturas del exterior.

El textil es un sector clave en España y a lo largo de la historia ha sido también un peso pesado dentro del cooperativismo. Con un perfil de empresas muy pequeñas, casi sin asalariados, el textil aporta un 5,5% de la producción industrial de España, y desde 2001 viene cayendo a una media del 3% anual. En Castilla y León, por ejemplo, en los últimos cinco años, de los más de 250 talleres cooperativos del textil normalmente ubicados en pequeños municipios y que daban trabajo a unas 2.000 mujeres quedan apenas un centenar. En Galicia, las cooperativas gallegas que crecieron de la mano de las grandes marcas, como Inditex, hoy se están quedando sin clientes. “Si en China pueden hacer un pantalón por dos euros, contra esas cosas no puedes competir”, apuntan con rotundidad las cooperativistas de Confecciones Lastado.

El caso de MCC: Internacionalización frente a la deslocalización

Hace ya 20 años que la Corporación Mondragón inició su proceso de internacionalización, consciente de que era un requerimiento imprescindible para el desarrollo interno y la supervivencia futura de muchas de sus actividades.

La estrategia internacional de la corporación no consistió en acceder a mercados de bajo coste para, desde allí, abastecer a sus mercados naturales.

Su objetivo fue incorporarse al desarrollo de estos países emergentes que son grandes mercados en vías de desarrollo con un gran potencial de consumidores, con avidez de productos cada vez más sofisticados y con un gran número de industrias necesitadas de componentes y equipamientos crecientemente complejos.

Y es ahí donde Mondragón pone su punto de mira, ya que este reto es el que le permite también seguir creando empleo en sus cooperativas del País Vasco.

En la actualidad, el área industrial de Mondragón tiene 63 filiales productivas dispersas por el mundo, que emplean a más de 13.000 personas. En conjunto, las ventas internacionales de sus 12 divisiones industriales rondan ya el 60%.

Planta de Orkli (China), en el polígono Kunshan, donde se ubican otras filiales de Mondragón

En el ránking de países con mayor número de filiales, el primer lugar lo ocupa China, con nueve plantas productivas, seguida de la República Checa, con ocho, de Polonia, con siete, y de México, con seis. Tanto en Francia como en Brasil tiene cinco plantas productivas, y cuatro en Italia y Alemania. Las cooperativas de Mondragón tienen filiales en 16 países de todo el mundo.

Respecto al número de empleos internacionales, las filiales de Francia emplean a algo más de 4.000 personas; a continuación le sigue Polonia, con poco más de 2.000 empleados, y el tercer lugar es para China, con 1.200 trabajadores.

En relación a próximos proyectos internacionales, Mondragón tiene en cartera una decena de nuevos proyectos de implantaciones internacionales.

El más inmediato es la inauguración en México (San Luis Potosí) de una planta productiva de la cooperativa Batz. A corto plazo, también se abrirán nuevas filiales en China y en India.

Ideas: la manufactura, pero de comercio justo

La cooperativa Ideas trabaja desde sus inicios dentro de los estándares del comercio justo que garantiza pertenecer a la Asociación Internacional de Comercio Justo. Esto supone externalizar la producción, pero siempre dentro de las normas del comercio justo: una relación comercial que se basa en el diálogo, la transparencia y el respeto y que intenta conseguir más igualdad en el comercio internacional.

La experiencia que ven más destacable es la del algodón.

Ideas: la manufactura, pero de comercio justo

El algodón y los tejidos de algodón son vitales para los países en desarrollo. Para una prenda de algodón que se vende a un precio de entre 22 y 30 euros en Europa, el coste total de la mano de obra en todas las etapas de la cadena de suministro es de unos 90 céntimos, el 3% o el 4% del precio que paga el consumidor. Los salarios o ingresos no son suficientes para que los productores acumulen capital o mejoren sus condiciones de vida. Los algodoneros dependen del precio del mercado mundial, que es volátil y que ha ido descendiendo progresivamente desde hace 30 años, y son vulnerables a la explotación de los comerciantes, los vendedores de semillas, los prestamistas y otras entidades.

Además, el uso generalizado y cada vez mayor de productos químicos les causa enfermedades y fallecimiento prematuro.

Ideas, a través del comercio justo, anima a los agricultores a que formen cooperativas, sociedades o grupos de productores.

La participación en proyectos colectivos les da más poder de negociación, la oportunidad de aprender los unos de los otros y la posibilidad de compartir servicios.

Ello reduce su vulnerabilidad, facilita las actividades de formación y los ayuda a obtener microcréditos, atención sanitaria y otros servicios. Ideas paga un precio justo a todos los trabajadores de la cadena, fomenta el cultivo de algodón ecológico y unas condiciones laborales dignas.

Los diseños se trabajan en cooperación con los países del Sur, y el producto final es adquirido por consumidores responsables a quienes les preocupa en qué condiciones se elaboran las prendas.

Para saber más:
www.ideas.coop
www.ideas.coop/amp_not.asp?id=84

En otros sectores suceden experiencias similares. En La Rioja, la competencia China está destrozando el sector del mueble, incluso en muebles de calidad, cuyos niveles de venta están bajando de forma alarmante. Los precios de los muebles hechos en China son un 30% más bajos.

“El sistema capitalista apunta en esa dirección”, explica Albert Recio, catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Autónoma de Barcelona e investigador en temas laborales. “El centro del negocio es la comercialización. Las empresas grandes se encargan del empaquetado y de la marca y tercerizan todo el proceso productivo a pequeñas empresas, que pueden ser también cooperativas, que muchas veces obtienen pocos beneficios”.

Quienes recuerdan a la España de hace 20 años mencionan que muchas cooperativas hacían en realidad el trabajo productivo de una empresa grande, y que para obtener unas ganancias mínimas trabajaban mucho más que las ocho horas reglamentarias. Estas circunstancias en la actualidad han pasado a formar parte de la realidad de otros países, pobres, con monedas devaluadas y con legislaciones blandas.

¿Qué soluciones se han planteado? En el caso del textil, los gobiernos estatal y autonómico han dispuesto algunas medidas que pudieran servir a las empresas españolas para aliviar la crisis. Algunas comunidades autónomas pusieron en marcha lo que se llamó el Pacto de Albaida, que está vigente hasta fin de 2008. Así, por ejemplo, en Aragón, el Gobierno anunció en marzo de este año un programa de ayudas económicas para los trabajadores afectados por expedientes de suspensión de contratos que se autoricen en el sector textil y de la confección. Pero el pacto no se puso en marcha de igual manera en todas las comunidades. Parte del dinero que estaba destinado a cumplir con el Pacto quedó sin utilizar, y las mismas empresas se quejan de que los trámites son tan engorrosos que no les han ayudado al fin a salir adelante.

Recio afirmaba que es importante que el sector cooperativo se involucre para que los gobiernos firmen normas mínimas en temas como salarios, higiene, sanidad o medio ambiente, aquí y en cualquier parte del mundo.

Mientras esto se consigue, existen opciones concretas y ejemplos claros de empresas que han salido adelante, muchas veces con la ayuda de las organizaciones del cooperativismo. En cualquiera de las sedes de las organizaciones que forman Coceta (la confederación que edita este periódico) existen personas dispuestas a ayudar en la redirección de cualquier empresa cooperativa. En Castilla y León, por ejemplo, hay un grupo de técnicos y especialistas dedicados en exclusiva a las cooperativas del textil. En Málaga, la federación de cooperativas Faecta tiene una persona especializada en ayudar a cooperativas que se hayan visto afectadas por las deslocalizaciones. La federación de cooperativas catalana, por su parte, tiene en marcha un programa de fortalecimiento cooperativo, y quienes lo necesiten pueden contar con un tutor.

Buenas prácticas

Imaginación y buena actitud para aceptar cambios es el elemento común que suele verse en los ejemplos de buenas prácticas en empresas afectadas por la competencia del extranjero. Una de las opciones que han visto algunas cooperativas para seguir adelante es cambiar completamente de actividad, por productos o servicios que requieran un trabajo más local.

En Málaga, por ejemplo, parte del personal de la ex textil SCAICC creó Tilodisa, una residencia de mayores que apunta a obtener beneficios de la Ley de Dependencia.

Otro modelo de cambio ejemplar es el de la cooperativa Taller Escola Barcelona (Teb), que trabajaba en el textil, la juguetería y los electrodomésticos, y que cuenta con un 90% de sus 700 trabajadores con discapacidad intelectual. Para sobrevivir cambió completamente, y ahora realiza productos editoriales, envasados, paquetería y servicios de logística territorial. Además, ha dado rienda suelta a la imaginación y ha sumado actividades como la jardinería, el mantenimiento del mobiliario urbano y la gestión de residuos forestales, a partir de la cual producen setas shitake, que les compra hasta el famoso cocinero Ferrán Adriá.

La creación de redes y ayuda mutua entre cooperativas es una buena forma de enfrentar la competencia

Otra de las recomendaciones del economista Albert Recio es que las cooperativas deberían aprovechar la experiencia asociativa para formar redes, alianzas que les permitan ser más grandes, trabajar en conjunto y competir. Esto es justamente lo que han hecho las cooperativas catalanas La Verneda y Cristalerías San Miguel, fusionadas a finales de 2007. La nueva cooperativa, La Verneda San Miguel, ha aumentado la plantilla y ha diversificado la producción de vidrio artesanal y automático. “Aunque el coste de la energía nos ha superado, las perspectivas a medio plazo son buenas y el saldo de la fusión es absolutamente positivo”, reconoce el cooperativista Antonio Velarde. Ahora, la cooperativa es la primera productora de vidrio de color del Estado español y se plantea nuevos frentes, como la formación o la difusión de la tradición.

Especialización y calidad

Otro de los modos que algunas cooperativas han aplicado para salir adelante es la especialización en necesidades muy concretas de mercados locales. Por ejemplo, la cooperativa murciana Dean-Confelor, dedicada a la confección de ropa deportiva, ha cambiado el tipo de producto y la clientela, pasando de las tiendas de ropa deportiva a ser una de las empresas que equipan a los centros escolares de la zona de Lorca, donde están ubicados.

Algo parecido han hecho las mujeres de la cooperativa Cipa, que, con menos miembros, han pasado de trabajar en el textil masivo a elaborar el tapizado de los asientos de autobuses.

En Andalucía, la otra parte de la ex SCAICC ahora produce camisas a medida. Uno puede entrar en su página web y crear cibernéticamente la camisa que quiera, para que luego ellas la confeccionen. Algo similar hicieron ex miembros de la cooperativa Málaga 5, pero con pantalones.

En Extremadura, las mujeres de la cooperativa Videlso venían trabajando en el textil desde que tenían 16 años. “No estábamos dispuestas a cerrar la empresa, que es nuestra segunda casa y donde hemos dejado media vida”, explica Concepción Álvarez. Decidieron hacer un curso de formación sobre cómo montar colgantes y ensartar abalorios, y se cambiaron de actividad.

En Galicia, la cooperativa Confecciones Lestedo vendía ropa para el grupo Inditex desde hacía diez años, hasta que el grupo les dejó de comprar. Veinticinco socias decidieron continuar y encontraron otro cliente que les pedía, eso sí, una mayor calidad. “Hay muchas diferencias con lo que hacíamos antes, porque la calidad ahora es primordial. Tienes que pararte más, pero se compensa económicamente”, dice María José Peña, miembro de la cooperativa.

Los ejemplos, probablemente, podrían continuar. Los expertos insisten en que, a pesar de que es posible salvar las empresas en lo inmediato, es necesaria una visión de conjunto, de un mundo global cuyos trabajadores necesitan un trato justo, un trato que beneficiará a las empresas y a las personas que las forman, en España y en el resto del mundo.

* Esta información ha sido elaborada por Olga Ruiz, Juan Luis Córdoba, Ana Real, Maricarmen Nicolás y Laura Castro.