Publicado por: Coceta
Entrevistas / Numero_20 | Lun 12 - Jul - 2010

“Del espíritu cooperativo tengo la mejor opinión”

Alberto San Juan

Alberto San Juan: “Yo trabajo en una compañía de teatro desde hace 15 años que funciona con un espíritu totalmente cooperativo”.

Alberto San Juan (Madrid, 1968), cambió un día el periodismo por la escena y lleva ya más de 15 años de carrera. Primero fueron las actuaciones en bares representando pequeñas piezas escritas por él junto a un grupo de amigos con los que acabaría formando la compañía teatral Animalario. Luego, la televisión, con la serie Más que amigos y el cine, con Airbag, le convirtieron en uno de los actores españoles más conocidos.

Desde entonces ha participado en películas como El otro lado de la cama, Días de fútbol, Horas de luz, Gente de mala calidad, Bajo las estrellas –por la que ganó el Goya el pasado año– o La isla interior. También en el teatro, como autor o intérprete, y siempre junto a Animalario, ha saboreado el éxito con montajes tan conocidos e incendiarios como Alejandro y Ana o Marat-Sade. Le acompaña cierta fama de polémico y comprometido desde aquella ceremonia de los premios Goya que presentó junto a su amigo y compañero Guillermo Toledo, aunque, asegura, él no se considera un activista.

PREGUNTA: ¿Cuándo te empezaron a interesar los temas sociales?, ¿cómo comenzó tu militancia?

RESPUESTA: Yo no me considero un militante, porque creo que militante o activista es aquel que mantiene una actividad más o menos permanente de compromiso social o de trabajo activo por construir un mundo mejor. Creo que todo aquel que intente relacionarse desde su humanidad hacia la humanidad del otro ya está luchando por un mundo mejor.

Si se respeta a sí mismo como ser humano y trata al otro así, ya está en el camino de la revolución en el sentido de la transformación profunda del estado de las cosas. Pero más allá de eso, que en sí es un activismo o militancia, yo no participo de ningún movimiento social que trabaje de forma organizada o estructurada para cambiar las cosas.

Yo utilizaría la palabra activista para aquel que está socialmente y públicamente implicado. No es mi caso porque mi implicación es eventual y creo que para llamarse activista hay que estar en el tajo habitualmente.

P.: ¿Qué opinión tienes del cooperativismo de trabajo?

R.: Del espíritu cooperativo tengo la mejor opinión, porque creo que las cosas son más fáciles sumando esfuerzos que esforzándose individualmente y creo que el esfuerzo hay que dosificarlo. No tenemos una energía ilimitada y si conseguimos resolver la comida y la vivienda con un esfuerzo que no sea excesivo y lo hacemos entre todos, es más fácil. En ese sentido tengo la mejor opinión del cooperativismo.

De la cooperativa como forma empresarial no sabía apenas nada hasta hace poco que he conocido tres cooperativas y esa forma de sacar adelante una empresa.

P.: ¿Habías tenido alguna experiencia con el modelo cooperativo?

R.: Creo que la cooperación es la forma elemental de vivir. El mundo es horrible sin cooperar y todo lo horrible del mundo tiene que ver con la ausencia de cooperación.

Toda mi vida, de forma natural, he tendido a buscar la compañía de los otros para que el esfuerzo sea menor y el disfrute mayor. Entonces el espíritu cooperativo me parece lo elemental, lo natural. Y lo artificial me parece el espíritu competitivo y excluyente.

“El espíritu cooperativo me parece lo elemental, lo natural. Lo artificial es el espíritu competitivo y excluyente”

P.: A la hora de trabajar ¿Cómo se manifiesta este espíritu cooperativo en el mundo teatral?

R.: En el mundo teatral me parece absolutamente imprescindible. Una escena entre dos actores sólo tiene interés si trabajan juntos. Si cada uno hace su propia película no tiene el más mínimo interés, es una exposición de egos sin valor ninguno.

P.: ¿Te parece que las personas son proclives a cooperar en la sociedad actual?

R.: Creo que vivimos en un mundo marcado por un sistema llamado capitalismo en el que el centro de atención no es la persona, sino la moneda, el dinero. Como está fuera de lo humano, es imposible de llegar a asumir. Uno crece sintiéndose extraño y sintiendo extraños a los demás, porque vivimos de una forma extraña. La forma de vivir que crea el capitalismo genera mucha angustia, mucho aislamiento, mucha depresión en el primer mundo, y en el tercer mundo hasta la muerte. Pero nosotros también padecemos una gran miseria emocional por vivir separados unos de otros.

P.: ¿Cuál puede ser la solución?

R.: Creo que la solución tiene que ver con el espíritu cooperativo. Tiene que ver con aprender a vivir juntos y aprender que el individuo puede ser libre viviendo en comunidad y que igualdad y libertad son totalmente compatibles. Es más, creo que no existe la una sin la otra. O sea, que podemos ser cada uno como queramos y a la vez cooperar para que todo sea más fácil y divertido.

P.: ¿Formarías una cooperativa?

R.: Yo trabajo en una compañía de teatro desde hace 15 años que funciona con un espíritu totalmente cooperativo.

Es decir, las decisiones se toman entre todos aquellos que quieren tomar decisiones y existe en la medida en que nuestros intereses siguen siendo comunes. Yo no entendería formar parte de un grupo en el que dominen los intereses de uno sobre el otro. Ni en un grupo de trabajo ni en una pareja.