Publicado por: Coceta
Cooperación / Numero_19 | Mar 25 - May - 2010

La Pau forma una Fundación y comenzará rehaciendo el hospital de un pueblo en Gambia

El grupo cooperativo La Pau está a punto de inaugurar la Fundació La Pau Solidaria, donde terminarán de construir un hospital en el pueblo de Garawoll, en Gambia, y harán muchas otras cosas. Es apenas el principio de una historia que comenzó hace tres años donando ambulancias.

Hospital Garawoll en Gambia

El hospital de Garawoll medio vacío, antes de que llegue la ayuda de la cooperativa La Pau.

“Por normativa, aquí sólo se pueden utilizar ocho años las ambulancias, estén como estén”, explica Federic Torrent, presidente de La Pau. “Antes las vendíamos para transporte, pero hace tres años vimos que por lo poco que sacábamos podíamos destinarlas a países pobres, así que empezamos donándolas”.

Hace un año y medio una compañera de la cooperativa les preguntó si podían dar algo a la Asociación de Trabajadores Inmigrantes de Garawoll, en Gambia. Les quedaba una ambulancia con 60.000 kilómetros. “Al principio no se lo creían”, cuenta Torrent. “Les mostramos la ambulancia, algo de material, ropa de trabajo y lo que lleva una ambulancia dentro, y mientras, nos contaban que en el pueblo rezaban cada día porque no se creían que realmente les llegaría el coche”. Luego les mandaron más: una UCI con 1.000 kilos de material sanitario, además de ropa, juguetes y material escolar. “En el acto de entrega les hicimos un poco de tentempié y no comieron casi nada. Se lo llevaron todo en unas bolsas de plástico”, añade Torrent. “No paraban de invitarnos a ir allí y al final decidimos ir. Fue una experiencia muy fuerte. Luego de aterrizar, tardamos en llegar al pueblo unas 14 horas porque no hay carreteras y casi cada 50 kilómetros hay un control de la policía donde piden un peaje de 3,7 euros”. En el pueblo había un hospital que lo único que tenía era las paredes. La gente tenía que hacer tres días de camino y se moría, sobre todo las embarazadas. Pensábamos que cumplíamos con el hecho de enviar, pero al llegar vimos que no nos podíamos quedar con los brazos cruzados. La gente se está muriendo por cosas que no debería morir. En el colegio no tienen ni papel para escribir. Escriben en cartones y en sacos de patatas. En el hospital no tienen ni tijeras ni nada. Cuando una persona se pone enferma tiene que llevarse de casa hasta el colchón. La gente sólo come una vez, cuando tiene para comer, no tienen ropa, les han olvidado”.

Al volver a Barcelona, los socios informaron a la junta rectora de lo que habían visto, y comenzaron a plantearse montar un hospital medianamente bueno. Fue aceptado y decidieron comenzar con la fundación.

En junio partirá hacia Garawoll un bus que servirá para llevar a los niños que tardan dos horas en llegar al colegio, más un camión de 20 toneladas y material médico como un ecógrafo, un quirófano, una mesa de partos, un desfibrilador, un eco cardiógrafo, un aspirador de secreciones, material quirúrgico, y medicamentos que han conseguido a través de farmacias amigas. Pero además los médicos no estarán solos. La fundación mandará personal técnico cada dos meses e irán enfermeros de apoyo. Paralelamente ayudarán a cercar los colegios, para que no entren animales, y mandarán material didáctico, papel, lápiz, gomas, y otras cosas.

En un futuro esperan hacer mucho más. “Hasta ahora sólo viven del cacahuete”, cuenta Torrent, “pero tienen el clima ideal para que salgan cooperativas agrarias que puedan vender su producto fuera. Tienen, además, muy buenas manos para ropa y para trabajar la madera y de allí pueden salir productos que den cooperativas”.